Durante la Edad Media, el simbolismo en torno a las frutas y vegetales era intenso y estaba cargado de significados. Aunque el melón hoy se asocia más con el verano, en aquellos tiempos, esta fruta dulce y jugosa tenía una serie de asociaciones místicas y supersticiones que revelan cómo las personas del Medievo entendían el mundo natural y espiritual.
Orígenes y expansión del melón en Europa medieval
El melón llegó a Europa desde regiones como Persia y Egipto, donde su cultivo era común desde tiempos antiguos. La ruta comercial a través del Mediterráneo permitió que esta fruta se integrara poco a poco en los huertos de la nobleza europea, especialmente en los climas más cálidos del sur. En la Edad Media, el melón era considerado una fruta exótica y valiosa, a menudo reservada para las élites y cultivada en jardines cerrados y protegidos.
El simbolismo del melón
El melón tenía un simbolismo doble en la Edad Media: por un lado, era visto como un símbolo de la dulzura y la generosidad de Dios, al ser una fruta jugosa y refrescante en tiempos de calor. Los autores de la época a menudo lo mencionaban en sus textos sobre dietética y filosofía natural, resaltando su capacidad para “refrescar el alma” y nutrir el cuerpo.
Sin embargo, su cáscara dura y la naturaleza frágil de su pulpa también evocaban la mortalidad y la fugacidad de la vida. En algunos textos religiosos, la pulpa del melón representaba el alma humana, protegida y limitada por el cuerpo físico. Esta idea de un «alma jugosa» encerrada en un “recipiente” temporal contribuía al misticismo que rodeaba esta fruta.
El melón en la medicina medieval: supersticiones
La medicina medieval, influenciada por teorías de humores, tenía muchas advertencias sobre el consumo del melón. Según los médicos de la época, el melón era una fruta de «naturaleza fría y húmeda», lo cual podía perturbar el equilibrio del humor en el cuerpo si se consumía en exceso o en combinación con otros alimentos «fríos», como el pepino.
Algunas supersticiones incluían la creencia de que comer melón antes de dormir traía malos sueños o podía hacer que el alma se separara temporalmente del cuerpo, una idea que revela el miedo a la vulnerabilidad de la psique humana. En algunos lugares, se pensaba que consumir melón durante el embarazo podía «enfriar» el vientre, afectando negativamente la salud del feto.
Asociaciones religiosas y místicas
En ciertos contextos religiosos, el melón también tenía connotaciones de abundancia divina, pues en las Escrituras se mencionan frutos del jardín de Edén que simbolizan la bendición de Dios hacia la humanidad. Aunque el melón no es mencionado directamente, se asumía que frutas jugosas y dulces como él formaban parte de esta «abundancia perdida». En algunas miniaturas de manuscritos, aparecen representaciones del melón como símbolo de los «frutos del espíritu».
Por otro lado, en las culturas islámicas, que también tuvieron influencia en la Europa medieval, el melón tenía una conexión mística con el Paraíso y la bondad divina. Esta visión se trasladó a los reinos cristianos, y el melón comenzó a ser visto como una metáfora de los placeres terrenales permitidos por Dios.
Supersticiones agrícolas: el melón como fruta de protección
En la agricultura medieval, existían ciertas prácticas supersticiosas para garantizar una buena cosecha de melones. Los campesinos y agricultores a menudo enterraban pequeños amuletos cerca de las plantas de melón para protegerlas de plagas y enfermedades. En algunas regiones, se creía que los melones crecían mejor si se plantaban en suelos «bendecidos», lo cual implicaba a veces rociar la tierra con agua bendita o realizar rezos.
Además, había supersticiones sobre cómo se debía cosechar el melón. Se recomendaba recoger los frutos antes del amanecer, evitando así que el «sol dañara su dulzura». Esta práctica reflejaba el temor a que los rayos solares pudieran afectar la «esencia» de la fruta, cargándola de energía «mala» o demasiado intensa.